Estoy convencida de que mujer bien plantada merece el lugar correcto en esta sociedad. También creo que, como mujer, tengo exactamente el mismo derecho a decir lo mismo que un hombre allá afuera. Mis hijos conocen una larga lista de palabrotas y debo admitir que se me han salido más de una vez delante de ellos o de mi esposo, pero también trato de asegurarme que comprendan que hay lugares y tiempos para usarlas.
Algo que definitivamente no enseñaría a mis hijos es que los hombres deben buscar una chica que se exprese ‘como una dama’. Me parece algo realmente sexista y tonto. Todos sabemos que las mujeres tienen habilidades lingüísticas superiores y no vamos a frenarnos solo porque algunos creen que seguimos viviendo en tiempos victorianos. Las mujeres seguimos en la lucha por la equidad de género, para ser libres de decir lo que nos de la gana sin tener que sentirnos apenadas o culpables por ello. Por eso comparto estas sencillas razones por las que no hablaré como una señora:
1. Decir groserías es divertido
Algunas de estas palabras forman parte de nuestro vocabulario cotidiano y en realidad son muy divertidas (espero que no haya alguien diciendo “Dios mío” en este momento).
2. Confío más en una persona que dice groserías que en una que no lo hace
Madres groseras: ustedes son de mi equipo. Sé exactamente en dónde están paradas y sé también que son honestas cada vez que las escucho hablar.
3. Las groserías añaden ese énfasis que las palabras necesitan
Estoy agradecida que alguien las haya inventado, porque de verdad los niños deben entender cuándo diablos deben ir a la cama.
4. A veces no quieres, pero el mundo te obliga
Una mala palabra no le hace mal a nadie; al contrario, alivia el espíritu, ¿no crees?
5. La ciencia me respalda
Alguna vez leí un estudio que decía que una persona que dice groserías tiene una mayor madurez lingüística que quién no lo hace. ¡Completamente a favor!
6. No me vas a venir a decir cómo tengo que hablar
Ser una señora en este tiempo no significa que tenemos que recurrir a la autocensura de todas esas hermosas expresiones de cariño salvaje que todos conocemos.
7. Aunque diga groserías, puedo ser una persona madura
Prometo que no iré por la vida diciendo todas estas majaderías en cualquier parte; digamos que están reservadas para lugares en donde pueden usarse. Tampoco es que quiera ir a una iglesia a gritarlas, lo único que defiendo que es que todo tiene su tiempo y forma.