Probablemente la crisis de cuarto de vida está llegando a ti, quizá ha llegado el momento en el que te preguntas si realmente estás haciendo las cosas bien. Después de todo ahora te encuentras en la etapa de la vida adulta, tienes un buen departamento, una pareja, un trabajo y una cantidad considerable de ahorros. Finalmente es el camino que siempre soñaste seguir cuando tenías 20 años, excepto por una cosa: no te sientes realmente cómoda.
Podrá sonar como un horrible cliché, pero no deseas malgastar tu tiempo en una rutina diaria que te vuelva loca y que apague tus deseos de vivir. Simplemente sientes claustrofobia. Hacer las cosas de la forma en la que la generación de tus padres lo hicieron te hace sentir como un zombie; y sin embargo, durante mucho tiempo sigues estos pasos para hacer sentir orgulloso a todo el mundo. Tal vez pensaste que así era ser un adulto, pero la cosa es que tú, al igual que muchas chicas, ya se cansaron de jugar a la vida adulta.
1. Perder todo es quizá lo mejor que te puede pasar
Vivir con el modelo de satisfacción de la vida adulta es algo con lo que crecemos, y estamos preparadas a tener una vida aburrida y rutinaria; así que cuando todo se desmorona no te debe de importar en absoluto. De hecho, puedes sentirte aliviada de ver que la vida de ensueño no existe, y que la vida real se trata de buscar lo que realmente deseas.
2. La sensación de libertad es inigualable
Ahora es momento de tener un trabajo que te encante, viajar por el mundo, salir y conocer gente nueva o quedarte en casa sin hacer nada, enamorarte cada vez que lo desees y esquivar las aburridas responsabilidades de la vida adulta. Probablemente no tengas un departamento lujoso ni vinos caros en tu alacena, pero ninguna de estas cosas es importante, no dejarás de ser adulto por no poseerlos, después de todo lo importante es comenzar a buscar tu libertad.
3. Los días en los que sientes celos de la vida adulta serán muy distantes
Quizá los días en los que la inestabilidad te canse, te sientas delirante y solitaria te lleven a querer las cosas tradicionales de la vida adulta, pero luego regresarás a la realidad y mirarás el éxito que has logrado construir; y los celos que sentías por tu vida anterior se volverán pocos y muy distantes entre sí.
4. Es momento de dejar de fingir que eres una adulta, es tiempo de amar tu vida
Existe la idea extraña que nos dice que debemos sentirnos orgullosas de la cosas que “deberían ser”. En la generación de nuestros padres significaba tener una casa, dinero y probablemente una pareja e hijos. Pero tú debes tomar un momento para reconocer que ya no vives en esa generación. El mundo está cambiando y nosotras también.
Ya no es una necesidad trabajar para sobrevivir, y permanecer arraigadas en un lugar no es necesariamente lo ideal, así que ¿por qué seguimos obsesionadas con generaciones antiguas? Es momento de construir la vida que amamos y deseamos, no como lo que debería de ser.
5. Aún sin responsabilidades puedes sentirte como un adulto
Cuando se presenta una crisis la manejas, cuando alguien que amas te necesita estás ahí. Cuando la vida te presenta obstáculos inesperados, tómalos con confianza y decisión. No te sientas mal equipada para la vida adulta, de hecho debes sentirte más adulta que nunca; aún cuando no tengas una estabilidad financiera e hijos.
6. El concepto de “adultez” está mal entendido
Se nos ha hecho creer que el concepto de adultez se trata de las posesiones y los logros que has alcanzado, y probablemente vienen desde una intensa inseguridad que sentían nuestros padres; peor lo cierto es que ser adulto no significa tener una propiedad bien decorada y un anillo de compromiso.
Ser adulto significa conocerse a sí mismo. Significa escuchar tus propias necesidades. Significa entender qué tipo de estilo de vida deseas vivir y luego perseguirla sin importar su complejidad. A veces ser adulto significa viajar, cambiar y experimentar cuantas veces sea necesario.
Porque al final lo más maduro es lo que cualquiera puede hacer es conocerse a sí mismo, para confiar y entender nuestros propios deseos y necesidades y el de las personas que nos rodean, para luego aceptar que todos somos distintos. Y sobre todo para permitir que la honestidad nos haga crecer como los adultos que queremos llegar a ser.