¿Te ha sucedido que llegas de visita con tus padres a la casa en donde transcurrieron tus años de infancia y juventud, y en unos cuantos minutos comienzas a preguntarte qué haces ahí? No estás sola. Probablemente alcanzaste un punto en la vida en el que te das cuenta de que el lugar en el que creciste ya no es necesariamente en donde te gustaría envejecer.
Y no es que no lo ames, porque a final de cuentas todo lo que ahí viviste te dio la estructura sobre la cual has edificado tu vida, pero regresar después de vivir un tiempo fuera a veces es complicado. Al paso del tiempo te das cuenta de las cosas que no te gustan, incluso si son las que más amabas antes. Si te sientes como una extraña entre las personas, continúa leyendo porque aquí te presentamos algunos de los signos de que ya no perteneces a tu lugar de origen.
1. Te preocupa muy poco cómo te vean los demás
Sin darte cuenta, llevas un tiempo saliendo a todas partes en ropa deportiva porque no te importa cómo luces.
2. Sientes que ya no queda nada por hacer
Todo lo que antes te interesaba ahora no llama tu atención. No entiendes cómo muchas de las personas con las que creciste siguen visitando los mismos lugares o tienen la misma rutina desde hace años. ¿De verdad nadie se aburre?
3. No te llevas como antes con tus antiguos amigos
Un día te das cuenta que siguen hablando del mismo drama juvenil cuando Dana se fue con Ernesto y dejó a Raúl, y eso es algo que francamente ya no te interesa.
4. Reinventarte nunca fue tan difícil
Puedes tratar una y otra vez, pero para muchos mantienes la etiqueta de nerd, coqueta, antisocial o lo que sea que haya pensado la gente que eras hace muchos, muchos años.
5. Ver fotografías de quienes se han mudado es lo peor
Sólo provoca dolor. Y un poco de envidia, para ser honestos.
6. Hasta tus fotos en Instagram cambiaron
Ahora sólo subes fotos de comida, atardeceres o selfies porque no hay más.
7. En realidad no te interesa visitar tus antiguos lugares
Eso de revivir viejas memorias no va mucho contigo, porque no recuerdas tu pasado precisamente como “días de gloria” o “los años maravillosos”. Estás mucho más enfocada en tu vida actual y no te preocupa mirar atrás. Toda esta nostalgia del ayer que tiene todo el mundo te confunde mucho.
8. Todos son más jóvenes o mayores. Todos
De pronto te encuentras en ese momento en el que no encajas en ningún círculo social; parece que no hay un punto medio porque todos son unas criaturas o parecen pertenecer a un consejo de ancianos. ¿En dónde están todos los demás? ¿Desde cuando las bancas del centro de tu pueblo se volvieron el lugar en el que los adolescentes se besan como si no hubiera un mañana?
9. Sólo pensar en mudarte a un lugar nuevo hace que te brillen los ojos
Y sientas ganas de correr en círculos por la sola idea de salir de ése lugar.
10. Hay cosas que no cambian
Hay lugares por los que no pasa el tiempo, como la heladería, el parque en el que te dieron tu primer beso, la tienda deportiva que tenía todo menos lo que buscabas o la vieja cafetería en la que pasabas horas con tu mejor amiga.
11. Pasas mucho tiempo a solas
Porque ya quedan tan pocos amigos ahí que tienes mucho tiempo para hacer tus cosas, escuchar música y pensar…
12. No sabes a dónde llevar a tus visitas
Cuando recibes visitas de otros lugares, llega un punto en el que ya no sabes qué mostrarles porque has recorrido cada rincón tantas veces que olvidaste cuáles son las atracciones locales.
13. Prefieres quedarte en casa
De pronto tomarte una copa de vino con mamá o platicar con tu papá sobre la vida y sus misterios parece un mejor plan que salir con los ex compañeros de universidad o preparatoria. Mucho mejor, en realidad.
14. Los eventos ya no son los mismos
Los juegos de basquetbol, o la feria con sus eventos y desfile de luces por el centro de la ciudad eran algunos de los eventos más esperados por todos. Ahora simplemente observas con nostalgia a ese grupo de chicas que te recuerdan a ti y a tus amigas cuando tenían su edad.
15. “Te ves diferente”
Se ha convertido en una frase recurrente entre las personas con quienes te encuentras a diario, y es quizá el signo más claro de que ya no perteneces a ese lugar, mucho más allá de lazos afectivos y recuerdos. Al principio podrá parecerte raro, incluso molesto, pero debes saber que no hay nada malo en desear un cambio y continuar tu vida en otro lugar.